SEED - Sociedad Española de Economía del Deporte

El poder trasformador de la tecnología 

  01/03/2023 08:00 Opinión


La tecnología nos cambia. Influye en nuestra conducta. Aprendemos nuevas maneras de comprar, de pagar, de reunirnos, la forma en que aprendemos y también cómo practicamos o consumimos el deporte. La tecnología potencia el uso de los datos, y los datos nos motivan, nos alertan. Ayudan a la “inteligencia artificial” a generar alertas y retos para seguir progresando en lo que habíamos comenzado, aunque fuera sólo un momento. Como apuntaba Margaret Atwood hace no muchos años “Cada aspecto de la tecnología humana tiene un lado oscuro, incluyendo el arco y la flecha” La clave está en saber identificar en que puede ayudar y para qué no es apropiada en concreto.

Estoy escribiendo esta reflexión para los miembros de la Sociedad Española de Economía del Deporte (SEED) y para los que hacemos investigación lo datos son el punto de partida. Para los que, también hacen transferencia, la tecnología abre posibilidades impensables hace unos pocos años. Para todos, la tecnología hace crecer la economía, y en deporte permite formas diversas de vivir el espectáculo que acompaña la competición y la práctica deportiva. Es lógico que hablemos considerando sus posibilidades.

Cambios no sólo aceptados, sino adoptados

Estamos descubriendo frecuentemente herramientas digitales. Nos llaman la atención. Aprendemos a emplearlas cada vez mejor, de manera más efectiva y práctica. Por ejemplo, el mercado de relojes inteligentes y pulseras creció un 150 por ciento en 2015. La tendencia actual, según la consultora Canalys, camina hacia los relojes más que hacia las pulseras, más hacia lo completo que hacia lo parcial por verlo de otra manera. Si alguien lleva uno de ellos, posiblemente o incidirá conmigo en que se ha ido acostumbrando a recibir informaciones, a contrastar esos datos sobre su práctica deportiva, su vida activa y su estado saludable. Aunque sea sólo por contar los pasos, comienza una percepción y una motivación por estar activos. Hemos cambiado a mejor en algunas cosas y, en otras, quizá no tanto.

Innovaciones, como la tecnología “ojo de halcón”, permiten seguir la trayectoria de la pelota. Está generalizada en el deporte del tenis y también del críquet, aunque nos cuesta más encontrar seguidores en estas latitudes. Ahora ya no se producen decisiones dudosas, la representación gráfica de unos datos nos da seguridad para juzgar. En futbol el VAR (Video Assistant Referee) ha revolucionado las jugadas conflictivas, aunque como el futbol es distinto en su vivencia experiencial la seguridad no parece ser tan aceptada en algunos casos.

Otro campo que incorpora mucha tecnología son las ropas deportivas. Se elaboran con tejidos con tecnología térmica, impermeable y transpirable a la vez… En el ámbito más profesional se utilizan escáneres 3D para ropa deportiva a medida. Las raquetas, los esquíes, las bicicletas, el calzado deportivo e incluso a las tablas de surf ecológicas se benefician de la nanotecnología aplicada al carbono. Se logran productos más resistentes y ligeros a la vez, que permiten superar marcas, optimizar rendimientos y ser más competitivos. Las condiciones de entreno también mejoran. Los petos electrónicos, que miden el rendimiento de los atletas, los datos de los chips incorporados en cada balón aportan datos tiempo real con la cantidad de fuerza en el chute, los efectos, las distancias y comportamiento.

La tecnología háptica genera experiencias de usuario más conectadas, posibilitando simulaciones casi reales de entrenos irreales. Es muy útil en prácticas deportivas que tradicionalmente son estacionales (deportes de invierno) y en latitudes en las que sería imposible entrenar. De hecho, en el sector aeronáutico hace años que son utilizadas para perfeccionar a sus profesionales, igual que se introduce en el deporte para recrear entornos con condiciones adversas y mejorar el rendimiento.

Podríamos citar y visualizar si esta reflexión fuese acompañada de imágenes, otros ejemplos que nos llamarían la atención o asombrarían. Desde tecnologías en línea de gol a pesas inteligentes, electroestimuladores, escáneres musculares… tecnologías que, como decía al comienzo, la clave está en saber identificar en que puede ayudar y para qué no es apropiada.

Luces y sombras. Dudas y potencialidades

Con este post pretendo aportar una mínima reflexión, al menos mientras se esté leyendo. Hemos hablado de luces, de posibilidades, de cómo puede permitir mejorar. Ahora quiero apuntar sólo dos aspectos no debemos dejar de cuidar y que la harán más humana y social. Dos puntos esenciales para el buen uso de la tecnología.

El primero es la seguridad y la confidencialidad. Los datos son importantes para cualquier investigación, pero ¿Dónde nos pueden llegar los datos que genera un smartwatch, por ejemplo? El conocimiento de fortalezas o debilidades, no tanto de la persona en concreto pero sí de colectivos, puede quedar perfilados para compañías aseguradoras, sanitarias o para decisiones comerciales sin autorización. El diseño de políticas de confidencialidad claras y que se cumplan son un punto básico para la correcta implementación de tecnologías.

Un segundo aspecto hace referencia a la sostenibilidad e equidad en la implantación de las tecnologías. A los que nos ha tocado gestionar tecnología en la universidad sabemos que es un pozo al que hay que poner un límite, siempre se necesita más. La obsolescencia es rápida, surgen nuevas demandas que han enamorado, los fabricantes renuevan sus productos continuamente… Pienso en las desigualdades que puede provocar en la accesibilidad para el deporte de base o amateur y sus competiciones. Pienso en la necesidad de generar software en código abierto, y normativas que lo hagan posible, que permita alcanzar un mínimo a quienes no tienen recursos. Para quienes el deporte es un catalizador importante para su crecimiento personal y social.

El secreto está en la salsa

La tecnología puede ayudar a muchas cosas, desde competir mejor hasta generar un deporte espectáculo más activo, acorde con las demandas de las nuevas generaciones. Con similitudes a una frase de la película “tomates verdes fritos”, el secreto está en la intencionalidad, en la estrategia, en el conocimiento y la ética con la que empleemos cada uno de esto instrumentos tecnológicos. Pueden ayudar tanto a progresar, como es deseable, como puede reducirnos a datos sin más motivación que la superación sin más.

Termino con un tema que está provocando muchos debates, este post podía haber estado escrito mediante el chat GPT –tranquilidad, no lo he hecho– pero alguno de nuestros alumnos sí puede usarlo. ¿Cuánto tiempo tardaremos en tener que implantar detectores de plagio mediante GPT o otras tecnologías que aparecerán en el futuro próximo? Toda tecnología tiene su lado oscuro, como apuntaba Atwood. En cada uno de nosotros, en su profesionalidad y ética, en el conocimiento de los pros y los contras, de las potencialidades y limitaciones, está el poder transformador que tiene toda tecnología. El cambio necesita definir la línea estratégica que creamos más oportuna. El cambio ha de ser cultural, no instrumental.


Xavier M. Triado Ivern

Universitat de Barcelona

 

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