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De qué hablo cuando hablo de clústeres 

  15/04/2024 18:30 Opinión


En el mundo académico existen ciertos conceptos que experimentan ciclos de popularidad como la globalización, la sostenibilidad y los clústeres. Inspirado por el libro de Haruki Murakami "De qué hablo cuando hablo de correr" (Murakami, 2017) voy a reflexionar sobre el (confuso) concepto de los clústeres, la influencia que tienen en la competitividad de las empresas, y de sus retos como política asociativa en la poco explorada economía del deporte.

Conceptualización

Empezaré diciendo que a lo largo de estos años de investigación en temas de clústeres he llegado a la conclusión de que los clústeres pueden asociarse con la fábula de los ciegos y el elefante. Es decir, que la idea que tenemos de algo suele ser limitada y sesgada, y que la comprensión completa de un fenómeno requiere tener en cuenta múltiples perspectivas.

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Por ello, conviene aclarar que el término "clúster" abarca la noción general de conjunto de elementos afines o próximos entre sí, es decir, una agrupación basada en alguna característica específica. Por ejemplo, en el ámbito estadístico, los clústeres se refieren a subconjuntos de elementos de una muestra que se agrupan en función de ciertos parámetros (los bancos nos clasifican siguiendo estas técnicas). En medicina, se asocia con un brote o aparición simultánea de numerosos casos de una enfermedad en una población determinada (durante la pandemia pudimos ver cómo el virus se manifestaba espacialmente de forma desigual). En astronomía, un clúster es un conjunto de estrellas o galaxias unidas por la fuerza de la gravedad (por ejemplo, el cúmulo de Coma). En el contexto empresarial, los clústeres representan concentraciones geográficas de empresas de un mismo sector (véase Silicon Valley, USA). Y en política, los clústeres están asociados a un tipo de política industrial específico, así como a agrupaciones empresariales innovadoras o AEIs (Gallego, 2020).

Clústeres y competitividad

¿Cuáles son los antecedentes teóricos de los clústeres empresariales? Mientras que a efectos prácticos se podría decir que los clústeres surgen cuando la civilización humana pasa de nómada a sedentaria. En el ámbito empresarial son los postulados teóricos de finales del s.XIX de Alfred Marshall (Marshall, 1890) los que señalaron que los clústeres era un fenómeno basado en aglomeraciones geográficas de empresas (en su caso de empresas textiles en Manchester, UK) que podían generar ventajas conocidas como "externalidades industriales" tales como el intercambio de información, reducción de costes de transacción y el acceso a mercados especializados.

A finales de los años 70 autores como Becattini (1979), Porter (1990) y Krugman (1991) popularizaron la noción de “clústeres industriales” al vincularlos con la competitividad empresarial de algunos territorios. Un vasto número de investigaciones han demostrado que los clústeres tienen un impacto positivo en la productividad y la innovación, especialmente en PYMEs manufactureras, así como en las tasas de emprendimiento e innovación regionales. Esos resultados han tenido importantes contribuciones prácticas que han servido para impulsar diferentes tipos colaboraciones estratégicas y lobbying, además de servir como inspiradoras de políticas industriales.

No obstante, de forma paralela a la globalización que ha experimentado el interés por los clústeres me he ido alineando con autores como Martin y Sunley (2003), los cuales han criticado una falta de evidencia empírica sólida en la investigación sobre clústeres. Ese déficit ha sido atribuido a ambigüedades conceptuales y a limitaciones metodológicas.

Clústeres y economía del deporte: retos.

Como en otras industrias y sectores, los clústeres deportivos o clústeres del deporte tienen un gran potencial en la mejora de la competitividad de las PYMEs. Pero también afrontan retos conceptuales y metodológicos. Por un lado, ¿cómo definirlos? Y, por otro, ¿cómo delimitarlos?

Las autoras Gerke y Dalla Pria (2018) los definen como concentraciones geográficas de organizaciones privadas, públicas y sin fines de lucro en un área designada con un interés compartido en uno o varios deportes similares. De acuerdo con la misma, un clúster del deporte sería el “ocean racing cluster” de Brittany-Francia o el “motor sport industry cluster” de Charlotte Carolina-USA. Para el caso español, la ciudad del Fútbol de Las Rozas (Madrid), podría asociarse a un clúster o, por su extensión, a un microcluster.

El Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en la Orden IET/1600/2012, de 16 de julio de 2012 asimila los clústeres a agrupaciones industriales innovadoras (AEIs). Y en el artículo 3º define una AEI como la combinación en un espacio geográfico, o sector productivo de empresas y centros de investigación y de formación públicos o privados, involucrados en procesos de intercambio colaborativo, dirigidos a obtener ventajas y beneficios derivados de la ejecución de proyectos concretos de carácter innovador, en torno a un mercado o segmento de mercado objetivo o a una rama o sector científico de referencia.

En otras palabras, ambos coinciden en un elemento común que es el de agrupación de organizaciones vinculadas a un mercado (proximidad), pero se diferencian en las condiciones necesarias, digamos el “y” y el “o”. Es decir, agrupación territorial y sectorial (las autoras) versus agrupación territorial o agrupación sectorial (el Ministerio). Esa variedad conceptual la podemos encontrar entre las diversas webs de clústeres del deporte existentes en España, por ejemplo, del Clúster del Deporte y del Ocio de Extremadura, al Barcelona Clúster Nàutic.

Respecto a la delimitación, en industrias como la deporte ese es si cabe un reto mayor. Por un lado, como se ha apuntado, en límites geográficos, y por otro de actividad. Es decir, a qué nivel de desagregación espacial (municipal, provincial, autonómica), y sobre qué sectores o actividades considerar.

A propósito de todo esto, la SEED organizó un nuevo squad agile (grupo reducido de expertos que elaboran un dictamen relativo a un tema muy específico y de manera rápida y eficaz) sobre el asunto de los clústeres. Del trabajo de ese squad agile destaco ahora los resultados de un ejercicio ilustrativo relativo a la distribución espacial de una parte de las empresas que configuran la industria del deporte en España. Me refiero a aquellas entidades cuya actividad queda reflejada en aquellos sectores que, según la CNAE-2009 (clasificación nacional de actividades económicas) incluye la palabra "deporte" o "deportivo/a":

• (32.3) Fabricación de artículos de deporte,

• (47.64) Comercio al por menor de artículos deportivos en establecimientos especializados,

• (93.11-12-13) Gestión de instalaciones deportivas, actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento.

Para ese ejercicio nos basamos en la metodología del coeficiente de especialización (CE) a nivel autonómico (un detalle puede verse en el trabajo de Puig et al, 2023) y utilizamos la base de datos SABI y los últimos disponibles (2022). Según dicha fuente habían registradas un total de 54282 empresas deportivas (E_dep) y de acuerdo con el INE, el total de empresas en España era de 3196500 (E). La fórmula estadística empleada fue:

〖CE〗_c=(E_(dep,c)⁄E_c )/(E_dep⁄E) (1)

Siendo:

• E_(dep,c): el número de empresas que están registradas en la industria del deporte en la Comunidad Autónoma “c”.

• E_c: el número de empresas que están registradas en todas las industrias en la Comunidad Autónoma “c”.

• E_dep: el número de empresas que están registradas en la industria del deporte a nivel nacional.

• E: el número de empresas nacional total.

Los principales resultados se muestran en la tabla (1). Concretamente, se podría decir que hay una distribución geográfica heterogénea de la industria del deporte a nivel autonómico. Destacan las comunidades autónomas más especializadas Islas Baleares (1.21) y País Vasco (1.13), y las que menos Extremadura (0.64) y Castilla-La Mancha (0.71). Las CCAA con valores próximos a 1 estarían en la media nacional.

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Además, también en ese squad agile, analizamos el asociacionismo empresarial (sin tener en cuenta el sector de actividad) de cada territorio medido en número de AEIs (tabla 2). También en ese caso se observó una alta heterogeneidad, ya que destaca Cataluña con 25 seguida de Aragón y Madrid (13 cada una) y no observamos ningún registro perteneciente a Castilla-La Mancha.

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En definitiva, de acuerdo con todo se podría decir que la industria del deporte en España está asentada y distribuida de forma muy diversa, tanto en lo relativo al territorio como a la actividad.

Un último apunte.

Al hablar de clústeres me he referido a agrupaciones de empresas competitivas que difieren en términos de actividad y espacio geográfico pero que coinciden en compartir una mezcla de rivalidad y colaboración entre las mismas. Rivalizan por un mercado, pero colaboran por unos intereses comunes en términos de recursos y conocimientos. Esto me ha permitido entender que ni todos los clústeres son iguales, ni que los clústeres que en términos de actividad parecen similares se organizan y resultan de forma análoga.

El desarrollo de políticas clúster que traten de apoyar a la industria del deporte en España se antoja oportuna. Baste decir que solo 2 de las 117 AEIs registradas están vinculadas a esa industria. Sin embargo, la creación de un Clúster de la Industria del Deporte en España se enfrenta, al menos, a dos importantes retos: la necesidad de definir el sector y, en segundo lugar: la delimitación de su ámbito geográfico.

Esto implica dar respuesta a la cuestión ¿de qué hablamos cuando hablamos de un clúster nacional del deporte? Ese ejercicio permitiría, por un lado, optimizar las acciones y establecer prioridades en su implementación y, por otro, desvincularlo de otros términos como federación, alianza estratégica, red o asociación.

Francisco Puig

Departamento de Dirección de Empresas

Universitat de València

francisco.puig@uv.es


Referencias bibliográficas

Becattini, G. (1979): “Dal’settore, industriale al’distretto, industriale. Alcune considerazioni sull’unitá di indagine dell’economia industriale”, Rivista di Economia e Politica Industriale, (1), 7-21.

Gallego, E. (2020). La política de Clústers del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo: Evolución, resultados y perspectivas. Economía industrial, (416), 163-175.

Gerke, A., & Dalla Pria, Y. (2018). Cluster concept: Lessons for the sport sector? Toward a two-step model of sport cluster development based on socioeconomic proximity. Journal of Sport Management, 32(3), 211-226.

Krugman, P. (1991). Increasing returns and economic geography. Journal of Political Economy, 99(3), 483-499.

Marshall, A. (1890): Principles of Economics, traducción al español de la 8ª edición inglesa (1963), Editorial Aguilar, Madrid.

Martin, R., & Sunley, P. (2003). Deconstructing clusters: chaotic concept or policy panacea? Journal of Economic Geography, 3(1), 5-35.

Murakami, H. (2017). De qué hablo cuando hablo de correr. CABA: Tusquets

Porter, M.E. (1990). The Competitive Advantage of Nations. New York: Free Press, MacMillan.

Puig, F., Debón, A., Cantarero, S., & Marques, H. (2023). Location, profitability, and international trade liberalization in European textile-clothing firms. Economic Modelling, 129, 106563.


 

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